Consultores21 ha usado desde 2018 la escala corta de seis ítems diseñada por USDA (U.S. Household Food Security Survey Module: Six-Item Short Form Economic Research Service, USDA September 2012) para monitorear el tema del hambre en Venezuela. Esta metodología permite clasificar a los hogares según su nivel de seguridad alimentaria.
Los resultados evidencian que la curva de inseguridad alimentaria en el país ha retomado su tendencia creciente, al pasar del 62% al 67% de hogares con algún grado de inseguridad alimentaria. No obstante, esta cifra aún se mantiene por debajo de los niveles observados en los momentos más críticos.
Gráfico 1. Evolución de cantidad de hogares con inseguridad alimentaria

El aumento reciente en el índice de inseguridad alimentaria se alinea con la creciente preocupación de los venezolanos ante la posibilidad de que las condiciones actuales del país desemboquen en una situación similar a la vivida durante los años más críticos. Aunque este temor está presente en todos los grupos sociales, tiende a ser más pronunciado entre los hogares más vulnerables, como se evidencia a continuación
Gráfico 2. ¿Qué tan probable cree usted que, en los próximos 3 meses, la situación de alimentación de su hogar vuelva a niveles similares a los del peor momento de la crisis de los años 2016 / 2017 ?

La inseguridad alimentaria, tal como se muestra en el siguiente gráfico, se divide según la gravedad de la situación en: baja o muy baja seguridad alimentaria.
Gráfico 3. Comparación 24-25 de los grados de seguridad alimentaria.

Este fenómeno afecta a todas las regiones del país, aunque con distintos niveles de severidad. Las regiones Capital y Centro se encuentran en una posición relativamente más favorable. En contraste, zonas como Zulia y Guayana presentan marcadas desigualdades internas: coexisten segmentos de la población con necesidades alimentarias cubiertas y grupos significativos con muy bajos niveles de seguridad alimentaria.
Gráfico 4. Grados de seguridad alimentaria por región y clase social

Dado que este índice se construye a partir de la percepción que tiene cada hogar sobre su situación alimentaria, no es exclusivo de los sectores más vulnerables. Incluso algunos hogares de niveles socioeconómicos medios reportan sentir que su situación alimentaria no es óptima. Sin embargo, al analizar los sectores más populares, se observa con claridad que la inseguridad alimentaria se manifiesta de forma más severa en estos grupos, como se muestra en el gráfico anterior.
Las familias no logran alimentarse con la variedad y cantidad que consideran adecuadas, aun destinando la mayor parte de sus ingresos a la compra de alimentos. Tres de cada cuatro hogares gastan el 75% o más de sus recursos en alimentos, lo que refleja la presión que ejerce el costo de la alimentación sobre los presupuestos familiares.
Gráfico 5. En el último mes, ¿qué porcentaje aproximado del ingreso mensual de su hogar se gastó en la compra de alimentos?

Al analizar cinco de los seis ítems que conforman el índice de inseguridad alimentaria, se observa un deterioro en cuatro de ellos, lo que indica un retroceso significativo en la situación alimentaria de los hogares.
El deterioro está relacionado principalmente con la insuficiencia del ingreso para cubrir la compra de alimentos, tanto en cantidad como en calidad y variedad. Además, aumenta la proporción de personas que reportan haber comido menos de lo que consideran necesario y aquellas que, a pesar de sentir hambre, no pudieron alimentarse.
Gráfico 6. Evolución de 5 de los ítems (que aplican a todos los casos de la muestra) que componen la escala de inseguridad alimentaria usada

Hay un sexto ítem que no se grafica, pero que contribuye a la construcción del índice, que hace referencia a la severidad de la reducción de alimentos en adultos del hogar. La razón por la que no se incluye en este gráfico es que no se pregunta a toda la muestra, sino solo a los hogares en los que hay adultos que han reducido su ingesta de alimentos.
Dos de cada tres familias tienen la percepción de estar alimentándose menos y peor de lo que deberían, en cuanto a la calidad y capacidad nutritiva de los alimentos que pueden comprar.
Evidentemente la calidad de vida de los hogares está mermada, aunque no llegue aún a los valores más críticos del indicador. Esto obliga a las familias a recurrir a medidas de afrontamiento. Para esta medición se incorporó el registro de algunas.
Limitar el tamaño de las porciones a la hora de comer, presenta diferencias según el grado de inseguridad. Es una medida más extrema que resalta en los hogares con muy baja seguridad alimentaria, con 92% de estas familias, reduciendo porciones en algún momento de su semana.
Se hace evidente, que en la medida que el hogar está en una situación de inseguridad alimentaria más grave, el uso de medidas de afrontamiento (MA) es mayor. Para este cálculo se asigna un peso a cada medida, y se multiplica por el número de días a la semana que ha sido usada.
Gráfico 7. Uso de medidas de afrontamiento según grado de seguridad alimentaria

Para cada medida de afrontamiento presentada en las tablas a continuación, se le preguntó a cada entrevistado: En los últimos 7 días, ¿Cuántos días su familia ha tenido que…?
Recurrir a alimentos menos preferidos y menos costosos, es una estrategia generalizada en los hogares con algún grado de inseguridad alimentaria, ocurriendo en más del 45%, 3 o más veces a la semana, en hogares con baja o muy baja inseguridad. En tanto que en los hogares de alta seguridad alimentaria, es mínima la ocurrencia.

Limitar el tamaño de las porciones a la hora de comer, presenta diferencias según el grado de inseguridad. Es una medida más extrema que resalta en los hogares con muy baja seguridad alimentaria, con 92% de estas familias, reduciendo porciones en algún momento de su semana.

Reducir el número de comidas al día fue, en el pasado, una de las principales estrategias de supervivencia de los venezolanos, especialmente durante los momentos más críticos de la crisis. Los datos que recopilamos de forma regular en Perfil 21 confirman que, en la actualidad, no se ha retornado a ese nivel de severidad y que, en términos generales, los hogares mantienen un esquema de tres comidas al día. No obstante, comienzan a observarse señales de deterioro entre los hogares con mayor inseguridad alimentaria, donde esta reducción ya ocurre algunos días a la semana

Restringir el consumo de los alimentos para que los niños puedan comer, se da en hogares de muy baja inseguridad alimentaria, en algunas oportunidades. Familias en situación muy mala, la usan, pero aun no es algo generalizado.

Por último, Pedir comida prestada o depender de la ayuda de amigos o familiares, distingue igualmente a los hogares de muy baja seguridad de los de baja seguridad. Se da principalmente en los que tienen una situación más compleja. Al no estar en los momentos más severos de la crisis alimentaria, se ve prevalencia de la estrategia, pero no a diario.

Aunque todavía no se observa un uso generalizado de estrategias de afrontamiento tan extremas como las que se vieron en el pasado, cuando más de la mitad de la población comía solo una o dos veces al día, la inseguridad alimentaria está en aumento y con ella crece el temor de volver a enfrentar momentos tan difíciles.
La inflación, la inestabilidad económica y la incertidumbre cambiaria refuerzan esta sensación de alarma, especialmente cuando el gasto en comida representa una parte muy importante del presupuesto familiar.
A pesar de ciertas oscilaciones en los indicadores, Venezuela no ha logrado garantizar seguridad alimentaria a su población en los últimos años. Los hogares, incluso destinando una proporción significativa de sus ingresos a la compra de alimentos, siguen enfrentando dificultades para cubrir adecuadamente sus necesidades nutricionales. Esta alta concentración del gasto en comida evidencia una precariedad estructural que también limita la capacidad de cubrir otras necesidades esenciales. El presupuesto disponible para rubros como salud, comunicaciones, vivienda o transporte es muy reducido, y la posibilidad de asignar recursos al esparcimiento es aún menor. La calidad de vida se ve comprometida no solo por la alimentación deficiente, sino también por la obligación de destinar casi la totalidad del ingreso familiar a asegurar su sustento nutricional básico.
Anexo. Detalles metodológicos
Para catalogar los hogares según su grado de seguridad alimentaria se utilizó la escala corta de seis ítems diseñada por USDA (U.S. Household Food Security Survey Module: Six-Item Short Form Economic Research Service, USDA September 2012).
“La comida que compramos no rindió lo suficiente, y no teníamos dinero para comprar más.» En su hogar, ¿esto ocurrió frecuentemente, a veces, o nunca en los últimos 3 meses?
01. Frecuentemente
02. A veces
03. Nunca
“No teníamos recursos suficientes para comer comida variada y nutritiva.” En su hogar, ¿esto ocurrió frecuentemente, a veces, o nunca en los últimos 3 meses?
01. Frecuentemente
02. A veces
03. Nunca
Me podría decir si en los últimos 3 meses, ¿usted u otro adulto del hogar redujo alguna vez la cantidad de sus comidas o dejó de desayunar, almorzar o cenar porque le faltaba dinero para alimentos?
01. Sí
02. No
PARA QUIENES RESPONDEN SÍ EN LA PREGUNTA ANTERIOR ¿Con qué frecuencia sucedió esto? Casi todas las semanas, algunas semanas, pero no todas, o solamente en 1 o 2 semanas
01. Casi todas las semanas
02. Algunas semanas, pero no todas
03. Solamente 1 ó 2 semanas
En los últimos 3 meses, ¿Usted comió alguna vez menos de lo que pensaba que debía comer porque le faltaba dinero para alimentos?
01. Sí
02. No
En los últimos 3 meses, ¿Usted tuvo hambre alguna vez, pero no comió porque le faltaba dinero para alimentos?
01. Sí
02. No
Para complementar el análisis, se incluyeron cinco ítems sobre estrategias de afrontamiento, basados en la metodología propuesta por el USDA. No obstante, no se utilizó la escala completa ni se replicaron exactamente los formatos originales de respuesta. En su lugar, se evaluó la frecuencia con que los hogares recurrieron a determinadas estrategias durante los últimos 7 días. El objetivo fue enriquecer la caracterización de los hogares y comprender mejor las acciones que implementan frente a situaciones de inseguridad alimentaria, sin pretender replicar el índice de la escala original. Dependiendo de la gravedad de cada estrategia, se asignó un peso específico, el cual fue multiplicado por la cantidad de días en que se reportó su aplicación durante la semana. A partir de estos valores, se obtuvo una puntuación total por hogar, que permitió clasificarlos según la intensidad en el uso de medidas de afrontamiento.